12 octubre 2006

HISTORIANDO A UN PACIENTE VIP


La verdad es que no sé cómo funcionan los enchufes en la sanidad pública, pero yo que trabajo en un hospital privado, doy fe de que ir con referencias es lo mejor que puedes hacer, aunque los pobres residentes suframos las consecuencias.

El simple hecho de hacerle la historia clínica a este tipo de pacientes VIPs, ya es un auténtico reto. Sabes que no es un paciente cualquiera, y no es que a los pacientes que no vienen con enchufe los vayas a tratar peor, pero lo cierto es que la presión a la que te ves sometida es mucho mayor , sobre todo cuando tu querido jefe te suelta: “ No olvides que es fulanito de tal, así que ya puedes hacerlo , no bien, sino excelente”- Muchas gracias por esas palabras tan tranquilizadoras, ¡capullo!

El caso es que allá vas tú, toda acojonadita , sin saber qué te vas a encontrar al otro lado de la puerta. Respiras profundamente, te aseguras de que llevas todo lo necesario, te repites cien mil veces que puedes hacerlo, pones tu mejor sonrisa y entras. ¿Y qué te encuentras al otro lado de la puerta? ¡Sorpresa! El médico con el que has estado trabajando los últimos meses y que resulta que es el familiar de tu paciente, está plantado en mitad de la habitación. ¡Genial! Te entran ganas de salir corriendo y apenas puedes controlar los músculos de tu cara que se empeñan en configurar un extraño gesto de mitad miedo, mitad asco, que no hay manera de arreglar. No importa, tú puedes, le echas valor y con un hilillo de voz, que es lo único que puedes conseguir de tu paralizada laringe, escupes un “¡Hola! ¡Buenos días!” Cagada total, son las 7 de la tarde. Sonríes y confías en que nadie te haya oído.

Tras tu entrada triunfal, te presentas, le das un apretón de mano al paciente y te sientas para empezar el interrogatorio. Deseas que el otro médico se vaya, te encomiendas a todos los santos que recuerdas para que se vaya, pero el majete de turno, ya se ha espanzurrado en el sofá y te está mirando fijamente a la espera de que empieces a hablar. Así, que nada, de cabeza al río.

Empiezas a hacer las mismas preguntas que haces diariamente a todos y cada uno de los pacientes que ves, pero por alguna extraña razón, que probablemente esté relacionada con que un médico mayor que tú y con más experiencia esté examinando todos y cada unos de tus movimientos, no paras de balbucear, de temblar y de ver cómo tu querido paciente se está llendo por los cerros de Úbeda , contándote anécdotas de hace 20 años. Tu instinto te dice que o le cortas o no vas a salir de esa habitación hasta mañana, pero por otro lado te da apuro porque ¿y si le parece mal al médico? ¿o si está pensando que eres una incompetente por no saber sacar la información pertinente? Te ríes por no llorar y continuas como puedes. A veces tienes la bendita suerte de que llaman al busca a tu inquisidor y se tiene que ausentar, momento en el que te recompones y te esmeras a reconducir la historia de tu paciente hacia donde tú quieres. Por fin, una hora después, has terminado. Pero ahí no queda la cosa.

Llega el momento de hacer la exploración física. Para ese momento, el médico ya ha regresado y vuelve a tener sus ojos fijos en tu cogote. Sabes que por pudor, podrías echar al médico de la habitación, pero después de meditarlo fríamente, ¿quién narices eres tú para echarlo? Así que confías en que le vuelva a sonar el busca y empiezas a explorar a tu paciente, con tan buena suerte de que en ese momento a tu linterna le ha dado por quedarse sin pilas, tu martillo ha decidido que está mejor en el suelo que en tus manos y tu fonendo se ha declarado en huelga y no oyes ni un puñetero ruido a través de él… Un show.

Por suerte, no son muchos los pacientes VIPs con los que me ha tocado lidiar, pero los pocos que me han asignado, me lo han hecho pasar canutas. Eso sí, si alguna vez tengo que ingresar, espero ser paciente VIP y ¡que se fastidien los residentes!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja, qué gracia (y perdona que me ría, pero la verdad es que es gracioso). Habría que verte... pobrecilla...

Un beso

malshpa dijo...

¿Paciente VIP? ¿Alguien importante? Que diferente es la sanidad privada de la pública...

Elena dijo...

Los pacientes VIPS pueden ser VIPs, por múltiples motivos; por ser gente importante, por tener familiares en la clínica... hay de todo :)

Principito Desencantado dijo...

Aunq sean VIPS al fial son de carne y hueso, como tú y como yo. Un beso!